Las últimas salas de la planta baja del Museo de Teruel, agrupan las principales actividades productivas que, históricamente, han servido de sustento para los pobladores de la provincia. El medio natural ofrece, además de caza y productos de recolección (leña, setas, hierbas, frutos y semillas, etc.) materias primas como la resina y distintos tipos de madera, fundamentales en la fabricación de herramientas, utensilios y también en la construcción.
El transporte, los mercados y el comercio se presentan a través de sistemas de medida y dispositivos para el acarreo de productos.
La economía rural se basaba, fundamentalmente, en la agricultura y la ganadería, de las cuales conservamos muestras del utillaje empleado en las tareas de cultivo, el pastoreo, la trashumancia, el esquileo, el marcaje de las reses y la elaboración de quesos, embutidos, manufacturas de piel, hueso, etc. Ocupa una posición destacada la artesanía, representada por las labores textiles del ámbito doméstico e importantes trabajos en forja de gran utilidad y fuerte valor simbólico.