El pasado año desde el Museo se promovío un plan de investigación arqueológica sobre al-Andalus, que persigue dos objetivos. El primero y más básico es ampliar el conocimiento de los aspectos inherentes al poblamiento andalusí de la región menos conocidos, caso de las transformaciones sobre el paisaje motivadas con su implantación; la morfología de los asentamientos (en particular el urbanismo de los núcleos rurales y la fisonomía de los ámbitos domésticos); o la caracterízación detallada de la cultura material, en especial la cerámica, sobre cuya evolución y sistematización todavía persisten notables lagunas. El segundo objetivo, más ambicioso, es reconocer, mediante la ordenación de los aspectos antes mencionados, la diversidad del al-Andalus rural y superar así la imagen plana y monolítica que todavía se mantiene en el análisis de este periodo en el espacio actual turolense.

Con estos planteamientos iniciales, y en colaboración con el especialista en la materia Julián Ortega (la dirección científica corre a cargo de dicho investigador y de Jaime D. Vicente Redón), desde el Museo se planificó la realización de una serie de intervenciones arqueológicas de aproximación para analizar algunos de los asentamientos andalusíes más singulares de la provincia, con el fin de registrar la secuencia estratigráfica existente y valorar la entidad de los restos conservados. Dichos asentamientos son: Cerro del Azud (Gea de Albarracín), El Quemaó (Sarrión), el Cabezo de la Cisterna (Alba del Campo) y Alcañiz el Viejo (Alcañiz).

 

Cerro del Azud (Gea de Albarracín)

Los trabajos realizados en la zona más elevada de este asentamiento confirman la existencia del espacio aterrazado de formación artificial intuido en superficie, cuya elaboración se remonta a un momento incierto de la fase de ocupación andalusí del yacimiento. Todos los estratos registrados en la secuencia han proporcionado elmentos muebles de estas cronologías, aunque el reducido lote material recuperado no permite establecer dataciones muy precisas sobre la fecha de su construcción, pero sí de su vigencia final, que tuvo lugar en la primera mitad del siglo XX, según se deduce de las cerámicas más tardías. El único reflejo de esas etapas previas corresponde a un pequeño lote de cerámicas a mano y de técnica ibérica y cuya datación confirma la ocupación del relieve durante el Bronce Final-Hierro I y la etapa celtibérica, sin mayores precisiones cronológicas.

 

Husun y Qura Estudio del poblamiento andalusí

 

El Quemao (Sarrión)

Tras la campaña de excavación, se ha puesto al descubierto parte de un espacio edificado, de orientación NW-SE y más de 6 metros de longitud, en un estado de conservación muy bueno, gracias a la densidad de los rellenos que colmatan la zona.

Todos los niveles registrados en la estratigrafía han proporcionado elementos muebles de cronología andalusí (en torno al siglo XI), asociando el espacio edificado a esta fase de ocupación del yacimiento. Su construcción se asentó directamente sobre el terreno natural, visible en ese momento y sin estratos ni estructuras conservadas de los periodos precedentes en el área excavada (salvo el abundante materales ibero romano recuperado en el grueso de los rellenos y cuya datación oscila entre los siglos II a. de C. y I d. de C.

La cata realizada revela la existencia de dos ámbitos de habitación contiguos, delimitados con la construcción primera de muros perimetrales de gran magnitud, y dotados después de unidades de suelo de mayor o menor preparación y entidad. Corresponderían a espacios de interior, quizá de tipo doméstico, según se desprende del alto porcentaje aparecido de cerámicas andalusíes de uso culinario y de almacenaje.

 

  Husun y Qura Estudio del poblamiento andalusí

 

Cabezo de la Cisterna (Alba del Campo)

La intervención en este yacimiento resultó ser la más fructifera de las realizadas en esta aproximación al poblamiento andalusí del sur de Aragón, con resultados muy positivos para los objetivos del proyecto, gracias a la entidad y grado de conservación de los restos exhumados.

Junto a la singularidad del enclave, como posible fortín de control territorial ante la presencia de estructuras tan reseñables como el torreón o la cisterna, o su ubicación en un relieve de fuerte carácter defensivo, ent una de las vías de comunicación entre el valle del Jiloca y las sierras de Albarracín y sierra Menera, esta actuación ha revelado la existencia de otros espacios edificados de aparente vertiente doméstica, y en los que tienen también cabida otras actividades como la molienda.

Ubicados en la zona alta del cerro, estos nuevos ámbitos corresponden a dos espacios de habitación anexos y construídos de forma unitaria junto a la ladera septentrional del relieve, y a escasos metros al norte de la cisterna y base del torreón, en unas fechas inciertas. Su orientación NW-SE, pareja a la que presentan la cisterna y el torreón, podría indicar la planificación de todas las estructuras de la cima en el mismo momento, quizás en el marco del proceso inicial de urbanización del sector. El abandono del sector quedaba sellado por densos rellenos de derrumbe estructural. La riqueza del conjunto material recuperado en ellos permite acotar su final entre la segunda mitad / último cuarto del siglo XI y los inicios del XII, en unas fechas coetáneas al cese de la ocupación andalusí del cabezo.

El conjunto material recuperado en el interior de las dos estancias induce a pensar en espacios domésticos de usos polivalentes, relacionados con el tratamiento de productos alimenticios. Actividades como la molienda, centrada en el Espacio 1, con la presencia del molino, junto a otras más generalizadas de ambos, como el almacenaje, el procesado culinario y la ingesta de alimentos, parecen tener su reflejo en la presencia de tinajas y cántaros, el predominio de los recipientes de cocina tipo olla, la vajilla de mesa o el destacado lote de restos óseos de fauna, con aparecentes marcas de despiece y derivados del consumo cárnico.

 

 Husun y Qura Estudio del poblamiento andalusí

 

Alcañiz el Viejo (Alcañiz)

Los trabajos realizados en la zona oriental alta de este asentamiento muestran la negativa incidencia en el sector de los procesos erosivos, que han supuesto una reducción y merma considerable de la secuencia estratigráfica original y la desaparición casi integral de las evidencias de ocupación existentes.

El impacto de estas alteraciones se refleja en los escasos restos de habitación conservados de la etapa andalusí, limitados a la presencia sólo en superficie y en un estado precario de un hogar como único indicio claro de un nivel de tránsito a datar de forma imprecisa entre los siglos XI y XII, ante la indefinición cronológica del material recuperado. La asociación con la edificiación meridional (descubierta por Bardaviú y Thouvenot en los años 20 del pasado siglo), es difícil de plantear con los pocos datos proporcionados por estos autores, además de por la precaria conservación del sector y los resultados obtenidos en nuestra intervención. No obstante, el análisis de la estratigrafía de la cata realizada revela algunas conexiones de interés entre estas evidencias.

La superficie de hogar se generó sobre una serie de estratos que se acumulaban del forma caótica y desordenada y con una distribución y composición acordes con los rellenos de aporte y regulación, cuya presencia en la zona se relaciona con la necesidad de generar una superficie en terraza más llana y estable para la ocupación, paliando el desnivel de ladera que registraba por entonces el terreno. Difícil es determinar en el estado actual de los trabajos si el área de ocupación definida por el hogar se integraba en el espacio edificado meridional, y en qué momento de la etapa andalusí de Alcañiz el Viejo tuvieron lugar estas labores de acondicionamiento y urbanización de la zona.

Los materiales recuperados son poco clarificadores a nivel cronológico, aunque el escaso volumen de elementos andalusíes en ellos podría indicar que su deposición tuvo lugar durante las primeras etapas del periodo. En general, son abundantes los materiales representativos de los periodos previos del asentamiento, que aparecieron en rellenos con gran mezcolanza cronológica, con dataciones que abarcan desde la Edad del Bronce hasta los siglos V-VI d. de C. Curiosamente, ninguno de estos lotes incluye materiales altomedievales.

 

Husun y Qura Estudio del poblamiento andalusí

 

 

 

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