El yacimiento de La Caridad está situado en la parte más oriental de la Celtiberia, en el actual término municipal de Caminreal, en la provincia de Teruel; se encuentra en la margen izquierda del río Jiloca, ocupando una plataforma ligeramente elevada y bien delimitada por varios accidentes naturales. El asentamiento fue localizado en el año 1977 por un equipo del Museo de Teruel; las excavaciones sistemáticas se iniciaron en 1984, continuando los trabajos de investigación y restauración en la actualidad. El Museo ha realizado un total de 33 campañas de excavación, dirigidas por Jaime D. Vicente (1984-1991), Jaime D. Vicente y Beatriz Ezquerra (1992-2003, 2016-) y Beatriz Ezquerra (2003-2015). Los trabajos de conservación y restauración, tanto de estructuras como de materiales, han sido dirigidos por María Pilar Punter.

El surgimiento de La Caridad se produce en un periodo clave en la historia antigua de la Península: la romanización. Durante dicho periodo y en medio de pugnas constantes, las poblaciones indígenas, que poseen una cultura muy desarrollada, son dominadas por Roma y rápidamente adoptan las formas de vida de sus conquistadores. El proceso de asimilación se refleja de manera excepcional en los restos arqueológicos que se conservan en La Caridad, ciudad construida por iniciativa romana a finales del siglo II a. e., y destruida violentamente poco después, en el curso de las guerras sertorianas, hacia el año 74 a. e.

Posiblemente La Caridad desempeñara un papel fundamental en la estructuración del territorio, con funciones de centro administrativo y económico, y claros vínculos con la explotación, transformación y comercialización del hierro, abundante en la zona próxima de Sierra Menera.

 

El trazado urbano

La ciudad, de nueva planta, se construyó sobre una plataforma trapezoidal, ligeramente destacada del terreno, cuyos ejes máximos tienen una longitud de 620 y 240 metros. La superficie total, de 12,5 hectáreas, es prácticamente llana, con un ligero desnivel hacia el río. Se ha localizado un foso que delimita el asentamiento por los lados Norte (con una anchura de 45 m) y Oeste (de 35 m, con una posible zona de acceso por la parte central de la ciudad). En el extremo Norte se sitúa una muralla de construcción básica, formada por un terraplén de tierra y piedras de pequeño tamaño, con una anchura de 1,70 metros.

La carencia de asentamientos anteriores y la ausencia de relieve, permitieron la implantación de un urbanismo reticular fiel a los modelos teóricos, con planificación regular y uniforme del espacio, con calles perpendiculares entre sí, dotadas de calzada (ager), aceras (margines) y canales de evacuación de aguas, que delimitan una serie de bloques o manzanas de casas (insulae) rectangulares.

Las calles descubiertas hasta el momento, perpendiculares entre sí, carecen de enlosado o cualquier otro tipo de pavimentación. Constan de dos elementos: agger o calzada (4,15 metros), con ligera pendiente transversal para conducir las aguas pluviales; en algunos sectores se han localizado canales de desagüe que atraviesan la calle y desembocan en el canal y que posiblemente estuvieran ocupados por una conducción de madera; margines o aceras, de diferentes anchuras (entre 0,70 y 1 metro).

En las Calles I y VI (cardo I y decumano VI), existe además un canal de desagüe a cielo abierto, de 0,50 m de anchura y 0,50 m de profundidad. En la confluencia entre ambas vías, el canal cambia de dirección en ángulo recto, orientándose radicalmente hacia el Este. Está excavado en el terreno natural y recubierto lateralmente con grandes bloques de caliza (opus quadratum almohadillado en el lado Oeste de la C-I, a la altura de la Casa I-1). El análisis detallado del interior revela que los bloques de caliza no han sufrido ningún proceso de disolución, inevitable si hubiera circulado el agua con cierta frecuencia.

 

Las viviendas

INSULA I. Es la que mejor conocemos, pese a que su excavación y estudio no ha finalizado todavía. Posee unas dimensiones notables (30 x 75 m), y está ocupada por un mínimo de seis viviendas; las características constructivas son similares en todas ellas, hecho que se hace extensible al conjunto de casas excavadas hasta el momento en la ciudad.

La mayor parte de las viviendas excavadas en las Insulae I y V son de planta rectangular (12 x 30 m, aproximadamente), tal vez relacionables con algunos ejemplos de casas itálicas de la Pompeya de época republicana. La misma estructura debieron tener la IV y la VII, pero el fuerte grado de arrasamiento de la primera como consecuencia de las continuadas labores agrícolas, y el desconocimiento de la segunda (solamente se ha excavado una pequeña parte), impiden establecer cualquier similitud.

La Casa de Likine (Casa I-1), ocupa una gran parte de esta insula, con dimensiones notables, 915 m2 (el resto de las casas de esta manzana poseen una superficie que oscila entre los 139 m2 de la Casa I-2 y los 408 m2 de la I-5). Es de planta cuadrada (30 x 30 m) y se estructura en torno a un gran patio o viridarium con ocho columnas, y posiblemente ajardinado. A través de este patio se accede a las veintiuna estancias de la casa: dormitorios (cubicula), comedores (triclinia), salón principal (oecus), cocina, espacios reservados a talleres y dependencias artesanales y almacenes. Posiblemente tendría dos pisos, el superior destinado a graneros y alojamiento de la servidumbre, y el inferior, donde se localizan las dependencias citadas.

Los espacios principales de la vivienda se encuentran pavimentados con mosaicos de tipo opus signinum (estancias 1 y 4). El de la estancia 1 (oecus) ocupa completamente la habitación (6,52 x 9,05 m); se trata de un bello mosaico con una decoración compleja y en el que lo más sobresaliente es una inscripción en lengua y alfabeto ibérico que da nombre a la casa: “Likinete ekiar usekerteku”. Aunque su interpretación es muy discutida, puede traducirse por “Likine, de la ciudad de Usecerde, la hizo”, considerando a Likine como el propietario de la casa, oriundo de la ciudad de Osicerda.

El pavimento de la estancia 4 (cubiculum), más pequeño que el anterior (2,40 x 3,24 m), presenta un campo dividido en dos superficies rectangulares cuya separación coincide con la presencia de falsas medias columnas de mortero adosadas al muro. La antecámara tiene una decoración a base de meandros y esvásticas no contiguas, alternando con rosetas de cuatro pétalos. La parte destinada al lecho está decorada con una retícula de rombos.

INSULA V. Las dimensiones son similares a las de la Insula I, aunque la presencia de una plaza en la intersección del cardo I y el decumano VI reduce la superficie total habitable. Está dividida en cinco viviendas cuyas dimensiones oscilan entre 12 y 13 m de anchura (y 30,10 m de fondo), una de ellas subdividida a su vez en dos casas. La Casa V-5 parece corresponder a un gran espacio carente de construcciones, con excepción de un horno circular de piedra.

INSULA IV. Corresponde a la insula perimetral Norte, limitada por la presencia de un terraplén de carácter defensivo, junto al foso excavado que delimita la ciudad en este sector. La parte trasera de las casas se adosan al terraplén, sin que exista muro de cierre similar al resto de las construcciones. Esta zona ha sufrido una intensa destrucción por las labores agrícolas, siendo muy problemática la identificación de unidades constructivas. En la estancia 14 se localizaron dos excepcionales ruedas de un carro de transporte, que tal vez se encontraban en fase de reparación.

INSULA VII. Situada al Este de la Insula V, parece presentar un esquema de distribución de unidades similar a la anterior, aunque su excavación se encuentra en la fase inicial. Es reseñable el hallazgo de una estancia con hogar central excepcionalmente conservado, incluyendo un pequeño muro de protección del fuego y dos cubetas laterales.

 

Cronología y cultura material

El estudio de los materiales arqueológicos hallados en La Caridad nos permiten precisar la cronología y remiten, sin duda alguna, a la ya mencionada de finales del s. II / comienzos del s. I a. e.

El proceso de identificación, clasificación y restauración del conjunto de objetos aparecidos en la excavación no está finalizado, dado el ingente volumen recuperado y el estado de alteración que presentan, especialmente los útiles de hierro, circunstancias que complican enormemente los procesos de restauración.

Para su estudio y análisis, hemos agrupado los objetos en tres grandes bloques: I, relacionados con las actividades domésticas; II, vinculados a actividades económicas y III, objetos de carácter militar, aun siendo conscientes de lo artificial de cualquier clasificación que deba otorgar una función unívoca a objetos que en gran medida eran polifuncionales, especialmente cuando son utilizados por poblaciones culturalmente diferentes a aquellas de donde proceden originariamente los utensilios.

I. Útiles relacionados con las actividades domésticas.

Dentro de este conjunto, diferenciamos entre objetos vinculados a la construcción (básicamente cerrajería, en ocasiones muy difícil de asociar a estructuras concretas, como en el caso de clavos, abrazaderas, argollas, etc.); elementos de iluminación; mobiliario; cocina; objetos de almacenamiento y conservación de alimentos; servicio de mesa; útiles que hemos asociado convencionalmente a trabajos domésticos, centrados básicamente en la actividad textil; los relacionados con la higiene, los cuidados corporales, la indumentaria y el adorno personal; y por último, los materiales vinculados con prácticas sociales como la religiosidad, la escritura y los pactos de hospitalidad.

II. Útiles relacionados con las actividades económicas.

El segundo gran grupo es el vinculado con las actividades productivas. Su importancia en el total de elementos de La Caridad no es muy alta, en torno al 9,61 %, porcentaje que debe ser matizado ya que algunos objetos de hierro, que deberían ser adscritos a esta categoría, no han sido todavía restaurados o se encuentran en un estado que dificulta su identificación.

Se constata la importancia de las actividades agrícolas, con 19,94 % del conjunto, junto a la ganadería (9,02 %) y la explotación forestal (12,08 %). El número de útiles de forja, producción bien representada en el interior de la ciudad por instalaciones como hornos de reducción y fosas para la escoria y que constituye seguramente una de las razones de la implantación y desarrollo de este hábitat, es sin embargo, más limitado. En el caso de la actividad textil, los datos deben ser relativizados, ya que se contabilizan como unidades cada una de las pesas o de las fusayolas localizadas, cuando deben ser consideradas como conjuntos delimitados en función de su ubicación.

III.Equipamiento militar.

En cuanto al equipamiento militar (Vicente et alii 1999: 167-199), su representación es reducida, (un 2.40 % de todo el inventariado hasta la fecha), aunque hay que tener en cuenta que gran parte del utillaje considerado doméstico y de las herramientas artesanales pueden relacionarse también con este ámbito.

El armamento presenta una gran diversidad, pero una notable homogeneidad en lo que respecta a cronología y ambiente cultural. Algunas de las armas son utilizadas indistintamente por el ejército republicano y por sus aliados y enemigos, estando en discusión tanto su origen como el momento de adopción por parte del ejército romano. A pesar de que, tipológicamente, algunas armas podrían adscribirse a elementos indígenas, el contexto en el que aparecen y la asociación a otras puramente romanas, nos lleva a considerar que todas fueron utilizadas en este momento por el ejército romano. No obstante, mantenemos alguna reserva, dado el carácter indígena de los pobladores de las viviendas donde aparecieron los objetos estudiados.

 

ciudad romana de La Caridad (Caminreal, Teruel).

Excavaciones Arqueológicas en “La Caridad”

 

 

SELECCIÓN BIBLIOGRAFÍCA

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EZQUERRA, B. y VICENTE, J., 2015: “Las monedas de la ciudad tardo-republicana de La Caridad (Caminreal, Teruel)”, De las ánforas al museo. Estudios dedicados a Miguel Beltrán Lloris. Zaragoza, 327-343.

FABRE, J. M., POLO, C., RICO, C., VILLARGORDO, C. y COUSTURES, M. C., 2012: “Minería y siderurgia antigua en Sierra Menera (Teruel-Guadalajara). Nuevos avances de la explotación del hierro en época antigua (siglos II A. C.-II D. C.)”, Minería y metalurgia antiguas. Visiones y revisiones. Homenaje a Claude Domergue. Casa de Velázquez. Madrid, 43-62.

SIMÓN CORNAGO, I., 2015: La epigrafía antigua del Jiloca. Libérica. Revista digital, nº 4. Centro de Estudios del Jiloca. Calamocha,  Disponible en :
http://www.xiloca.org/espacio/liberica/liberica-n%C2%BA-4-sept-2015/la-epigrafia-antigua-del-jiloca

VICENTE, J., y EZQUERRA, B.,
1999: «El bronce celtibérico de Torrijo del Campo (Teruel)». Pueblos, lenguas y escrituras en la Hispania prerromana. Salamanca, 581-594.
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VICENTE, J., EZQUERRA, B., y PUNTER, M. P., 2016: “La ciudad romana de La Caridad (Caminreal, Teruel). Síntesis de 32 años de intervención arqueológica”, Actas I Congreso Arqueología Patrimonio Aragonés. Zaragoza 2015. Zaragoza, 243-253.

VICENTE, J., ESCRICHE, C., HERCE, A. I. y PUNTER, M. P., 1991: “La Caridad (Caminreal, Teruel)”, La casa urbana hispano romana. Zaragoza, 81-128.

VICENTE, J., MARTIN, J., HERCE, A. I., ESCRICHE, C. Y PUNTER, M. P., 1989: “Un pavimento de opus signinum con epígrafe ibérico”, Mosaicos romanos. In memoriam Manuel Fernández Galiano, Madrid, 11-42.

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